Así es. No leemos lo que compartimos en redes sociales, porque no nos da tiempo a leernos todo lo que enseñamos a los demás. De hecho, considerar como un buen KPI que la gente comparta nuestro contenido es un craso error. Estamos en la sociedad digital que ha inventado el concepto de TL;DR, que considera que algo que tiene más de 800 palabras y me lleva más de 5 minutos leerlo no merece la pena.
Es triste, pero es cierto, solo hacemos scroll hasta algo más la mitad del artículo, buscamos cuatro palabras clave, leemos dos subrayados y se acabó, eso es todo el contenido que hemos leído hoy; botón de share y qué bien hemos quedado con nuestra audiencia, que paradójicamente tampoco se va a leer lo que hemos compartido.
No leemos contenidos porque vamos demasiado rápido
Es imposible ponerse a pensar cuántos millones de contenidos existen en internet, y que por razones obvias no podremos leer. Nuestro tiempo es limitado, y tendemos a pensar que si no leemos todo lo que se publica en redes sociales, no vamos a estar al día, informados del mundo que nos rodea. Paradójicamente, el leer de forma más superficial no hace más que ahondar en nuestra ignorancia, puesto que nos da un océano de conocimiento… de la profundidad de un charco.
Sabiendo que lo normal es escanear la página en vez de leerla, cuando creemos nuestros contenidos debemos ser muy conscientes de ese hecho. Por tanto, posicionar estratégicamente cada palabra, cada párrafo en su lugar, y destacar aquello que sea reseñable con un enlace o una negrita es fundamental si queremos que alguien se quede con lo que queremos decir. De lo contrario, si el párrafo del contenido es demasiado largo, directamente los ojos del lector procederán a saltárselo. Y ahí ya hemos sido derrotados.
Posicionar claves, ser breves, usar imágenes
No vamos a cambiar el comportamiento del consumidor, pero sí que podemos hacer que, al menos, se quede con el 20% de nuestro texto, pero que contenga el 80% de lo que interesa. Y el 20% de un texto pueden ser imágenes y enlaces. A pesar de todo siempre hay excepciones a la norma, y en España tenemos una: la conocida revista cultural Jot Down, que cuenta con textos que fácilmente pueden superar las 5.000 palabras y con una permanencia media de 53 minutos. Quizá a un lector empedernido le puede entrar la risa, pero si en internet nos cansamos fácilmente con más de 400, leer más de 3.000 debe ser el equivalente a un maratón de lectura de contenido.
La atracción del lector depende de una miríada de factores, y el principal es el interés de lo que escribimos. En ocasiones anteriores hemos hablado de esto, y sin duda la clave es que el contenido que escribimos no parezca parido por un máquina, de la siguiente forma:
1. Usando dejes del lenguaje: las expresiones y lugares comunes no nos hacen de menos, sino todo lo contrario; dan personalidad al texto.
2. Grandes encabezados, sencillos y fáciles de interpretar, o que tengan un doble sentido.
3. Dar conversación, hablar con el lector, no ser una máquina que vomita datos, darles sentido.
4. Tener sentido del humor, ser mordaz e irónico, sin ser groseros o poco oportunos, claro.
5. Intercala párrafos breves con lo que los anglosajones llaman visual aids.
Estos trucos no van a garantizar lecturas, pero desde luego harán que no pierdas las que ya tienes. El resto depende de la calidad de tu contenido y del cariño que le pongas. Eso es posiblemente lo fundamental de un buen contenido 😉
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